Balance económico 2017: “Una de cal y
otra de arena” (*)
Ha pasado
un nuevo año y de cara al 2018 es bueno hacer un análisis desapasionado de lo
acontecido, para enfatizar en los aciertos y no incurrir nuevamente en los
errores cometidos.
El
Producto Interno Bruto (PIB) del país volvió a crecer, esperándose que supere
el 4% dado que hasta junio era del 3,6%. Crecer frente a contingencias externas
e internas insalvables como bajos precios, devaluaciones en países limítrofes,
shocks climáticos, paros y bloqueos internos y externos que nos afectaron, es
algo verdaderamente destacable.
Pero, si
bien Bolivia volvió a crecer en el 2017, su tasa será una de las más modestas
en 13 años; recordemos que las tasas más bajas fueron del 4,17% en el 2017; del
3,36% en el 2009, año de la crisis y, del 4,13% en el 2010, y muy distante de
la tasa más alta durante la Administración Morales registrada el 2013 con 6,83%
la que va en declinación constante.
Este
menor crecimiento obedece a que el comercio exterior -que aportó fuertemente a
la expansión del PIB y las RIN con grandiosos superávits del 2004 al 2014- ahora
más bien le resta dinamismo tanto así que al primer semestre, frente a la
positiva incidencia de la demanda interna para el crecimiento (+6,5%), el
sector externo más bien incidió negativamente (-3%).
La razón
de la menor expansión que sufre el PIB desde el 2014 tiene que ver con el magro
desempeño del sector externo que en un escenario diferente al de la “década de
oro” cuando las altas cotizaciones para las materias primas, la energía y los
alimentos devengaron tantas satisfacciones económicas al país, ahora aporta más
bien a su desaceleración: el valor de las exportaciones del país ha venido
bajando por la caída de los precios y/o de los volúmenes de venta, esto último
provocado por su baja competitividad y por factores climáticos adversos afectando
fuertemente al quantum realizado.
Pese a
ello, a la hora de realizar una evaluación de la performance económica
boliviana se podría decir que el 2017 no fue un mal año por cerrar con un
crecimiento económico interesante, una de las inflaciones más bajas del mundo,
Reservas Internacionales Netas con un ratio
superior al 30% del PIB, depósitos del público en la banca in crescendo, una mora baja aún, remesas externas superiores a
1.000 millones de dólares, recaudaciones tributarias en ascenso, aumento del
crédito en el sistema financiero y una recuperación de la Inversión Extranjera
Directa. Esto es la primera parte de lo que se dice: “una de cal y otra de arena”.
Del lado
de las preocupaciones están algunos indicadores que muestran un progresivo
deterioro: el 2017 es el cuarto año consecutivo que Bolivia registra un déficit
fiscal que va en alza; el “tercer año al
hilo” en sufrir una balanza comercial deficitaria; la subida del
endeudamiento; y, un sentimiento que a toda costa deberá impedirse que se
generalice en la población, el de la “desaceleración
económica”.
Digo esto
porque, más allá de los “números” -de
los agregados económicos que pueden ser ciertos, pero que no reflejan la verdad
sectorial, subsectorial o individual- más allá de los “promedios” que pueden llevarnos al engaño de pensar que “todo va bien”, más allá de las cifras
duras y frías está el “ser humano”,
el ciudadano de a pie, el empresario productor o comerciante, el padre de
familia -la madre que hace las veces de “padre
y madre”- aquel boliviano a quien si se le pregunta cuál es su mayor
preocupación a futuro, sin dudarlo dirá que, su economía.
Si de
algo debemos estar muy conscientes hoy, es que en el 2017 muchos sectores han
sido golpeados -el forestal, agropecuario, agroindustrial, textil, comercio,
servicios, especialmente el sector exportador no tradicional- frente a lo cual
resulta inexcusable el compromiso de
un trabajo sinérgico público-privado,
como el forjado el 19 de diciembre pasado, con el Presidente Evo Morales,
adoptando medidas inteligentes por la seguridad jurídica, libertad de
exportación, uso pleno de la biotecnología en el agro y un mayor
aprovechamiento de la Hidrovía Paraguay-Paraná, decisiones que merecen mi
sincero aplauso, porque beneficiarán a todos los bolivianos.
(*)
Gary Rodríguez, Gerente del IBCE
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“EL DEBER” - DIARIO MAYOR, Santa Cruz, 31 de diciembre de
2017
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